La era digital comenzó hace medio siglo con el nacimiento de los primeros ordenadores. A partir de su surgimiento, con sosiego, lo analógico comenzó a ser desplazado por lo digital. No obstante, es en las últimas dos décadas donde los enormes cambios auspiciados por las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), en conjunto con el acelerado ritmo de innovación tecnológica, han generado en nuestra sociedad una contundente revolución digital.
Cuesta (2015), a través de un informe del BBVA, expone:
La economía digital hace referencia a cómo el uso generalizado de las TIC podría contribuir a la economía real, bien directamente, con el desarrollo de nuevos sectores de TIC, o de forma indirecta, promoviendo el desarrollo de nuevas empresas y haciendo más eficaces las tradicionales (p.1).
Es decir, la economía digital conlleva la aplicación y adopción de las TIC en el desenvolvimiento de todos los sectores sociales y productivos; lo cual auspiciara —en situaciones de correcta aplicación— la innovación de los modelos de negocio y la transformación beneficiosa del contexto económico.
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (2013), integra la economía digital con tres componentes principales: la infraestructura, la industria de aplicaciones TIC y los usuarios finales; que según su grado desarrollo y de complementación, determinan su nivel de madurez en cada país.
En México, existen dos grandes retos referente a la economía digital: la falta de acceso a sistemas de información y comunicación, lo cual ha contribuido al mantenimiento de la brecha socio-económica; y, la falta de uso —o en su defecto, un uso adecuado— de las TIC por parte los usuarios. Tal y como lo expresa la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (2017):
(…) el grado de efectividad en el uso de TIC depende generalmente de inversiones complementarias en capital basado en el conocimiento, en habilidades y conocimientos técnicos particulares específicos de las empresas, y en el cambio organizacional, incluidos los nuevos procesos empresariales y modelos de negocio (p. 218).
Así, México y los demás países no solo deben tratar de integrarse a manera de simpatizante a las economías digitales, sino buscar desarrollar una industria de propia, así como incentivar a la población y empresas a aplicar, de una manera consciente y con propósito, este nuevo abanico de herramientas y posibilidades para generar valor.
Amado Rosas Archiveque
Universidad de Sonora
Director de investigación de mesa directiva local
amadorosas97@gmail.com
@amadorosas97
Referencias
1. Banco Bilbao Vizcaya Argentaria [BBVA]. (2015). Situación economía digital. Recuperado de https://www.bbvaresearch.com/wp-content/uploads/2015/05/Situacion_Economia_Digital_1.pdf
2. Comisión Económica para América Latina y el Caribe [CEPAL]. (2013). Economía digital para el cambio estructural y la igualdad. Recuperado de https://www.cepal.org/ilpes/noticias/paginas/3/54303/economia_digital_para_cambio.pdf
3. Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico [OCDE]. (2017). Perspectivas de la OCDE sobre la economía digital. Recuperado de https://economicon.mx/ec0n0/wp-content/uploads/2018/06/libro-perspectivas-ocde-economia-digital-2017.pdf
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